BIENVENIDOS MONSTRUOS DE TODOS LOS LUGARES...


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BIENVENIDOS MONSTRUOS DE TODOS LOS LUGARES...

La intencion de este blog es poder dar salida al monstruo, o miedos, que todos llevamos dentro, y que en ocasiones excepcionales
sacamos de nuestro interior, para bien o para mal, según la situacion que haya provocado su liberación.
Espero poder dar este espacio a mi monstruo y poder dedicarle, el tiempo, el reconocimiento y la comprensión que se merece por formar parte de mi y de todo lo que yo soy.

sábado, 25 de febrero de 2012

" ANTES DE LA BATALLA "



No, No puedo, no quiero dormir, mis músculos se estremecen, mis nervios se desatan, y mis pensamientos se agolpan en mi mente porque pronto estaré por primera vez en el campo de batalla, se que debo descansar, guardar todas mis fuerzas, si los dioses quieren puede que sea mi última noche con mi familia, despertaré a mi mujer le diré que salga del poblado, que coja a los niños y si es posible busque el camino de la huida, debe de esconderse lejos e intentar sobrevivir, por si yo no vuelvo, si se me niega la victoria. Por el contrario si los dioses nos son favorables yo iré a buscarlos y les traeré de regreso a casa. Esa es ahora mi primordial preocupación, librar a mi familia de este dolor…
Luego después de hacer el amor y permanecer juntos abrazados, besé a mis hijos sin despertarlos de su feliz y tranquilo sueño y salí a meditar, limpiar y preparar mi mente para la batalla, yo no soy un guerrero, nunca lo fui y nunca lo seré. Simplemente soy otro pastor, que cuida de su pequeño rebaño, pero siempre hay que estar preparado para defenderse de los ataques de otros pueblos, de aquellos que atentan contra nosotros, que nos imponen y nos oprimen.
Mi padre cuidó bien de mis enseñanzas con las armas y de mantener mis pensamientos libres y limpios a la hora de luchar, no solo hay que luchar con la fuerza, hay que tener cabeza y sentir al corazón.
Una vez me he despedido de mi familia, salgo de mi hogar y me dirijo al bosque, necesito pensar, necesito estar solo, sentir mi alma junto a mí. ¡Está bien!, este es el sitio, me siento encogido, apoyándome sobre el tronco del gran abedul, este será mi compañero por esta noche.
Un extraño escalofrío recorre mi cuerpo, mis músculos se vuelven a estremecer y por un momento oigo los ruidos que el viento me acerca desde el poblado, creo reconocer las voces, los golpes, los ruidos, ¡Sí! el ceremonial previo a la batalla ha comenzado, el druida ha dado la señal y los hombres golpean fuertemente sus armas contra los escudos, acompañándolos de gritos, de cánticos y de cantidades ingentes de licores de bayas, mientras las espadas se blanden al aire, las largas lanzas se alzan y bajan al ritmo de las canciones alrededor de los fuegos.
Este ceremonial se prolongó varias horas, pero poco a poco se fue apagando como la tea que se consume por el fulgor del fuego.
Acto seguido sobrevino el silencio y el sonido lejano del viento llevándose las canciones y las palabras de ofrenda a los dioses. Mientras, yo seguí acurrucado a los pies del gran abedul, pensando en todo lo que me jugaba mañana, podría ser mi ultimo día en esta vida, o podría ser una victoria que liberase por fin a mi clan y a mi familia…
Pero antes debería pasar por la experiencia de la batalla, nunca había estado en ninguna antes, pero sabía que los hombres no volvían siendo como se habían ido, lo vi en mi padre, cuando volvió de su batalla, su mirada era diferente y su actitud cambió, no volvió a ser el mismo hombre, nunca. Tampoco los demás que pudieron regresar…Vi sus heridas, vi como cicatrizaban, vi a familias llorando porque su hombre no regresó, pero también vi como algo les cambió y eso nunca cicatrizó…
¿Cómo será la muerte? ¿Cuánto dolerá? ¿Qué sentiré cuando tenga que decidir quitar una vida, para que no me quiten la mía? ¿Podré mirar a los ojos a mi adversario? ¿Cuánto dolor habrá de producirse mañana? ¿Por qué no hemos sido capaces de solucionar esto de otra forma, sin luchar? ¿Qué será de mi familia si soy yo el que muere? Todos estos pensamientos se empujan en mi mente sin poder darlos respuestas, por eso espero que mañana. O mejor, ya dentro de un rato, simplemente pido que sea yo mismo y sea capaz de sacar todo lo que tengo dentro…
Los primeros ruidos del amanecer empiezan a despejarme del aturdimiento de la noche en vela, los hombres del poblado se están agrupando ya en el lo que será el campo de batalla. Sí, es la hora, debo ir a reunirme con ellos, pero antes una plegaria junto a mi compañero el gran abedul. Hinco mi rodilla en el suelo y mirando hacia los primeros rayos del Sol imploro: “Dios de la guerra yo os invoco junto con mi espada, dame valor, coraje, honor y fuerzas a la hora de empuñar mi espada y valor a la hora de batirla, sólo busco una vida honorable y libre cerca de los míos, y si has de cubrirme con la muerte, será porque no merezco la victoria. Entonces que mi muerte sea con honor y libertad y así se transmita a los míos como tal”.
Un frío viento choca contra mi cuerpo y me hace estremecer, la luz está a punto de hacerse, y lo inevitable está a punto de llegar, me levanto y miro por última vez atrás, para ver a mi hogar, ocupo mi lugar entre los demás y juntos gritando y golpeando los escudos, reclamamos la batalla por la libertad.
Amanezco hoy, Por la fuerza del cielo, La luz del sol, El esplendor del fuego, El resplandor de las llamas, La velocidad del viento, La rapidez del rayo, La firmeza de la roca, La estabilidad de la tierra, La profundidad del mar. Amanezco hoy, Por la fuerza secreta y divina que me guía”.
Un último pensamiento mirando al suelo y a lo más hondo de mi ser, mi pensamiento es para ellos, tengo miedo de no volver a ver a mi esposa y mis hijos.
El adversario enfrente de nosotros parece hacer lo mismo que nosotros se encomienda a sus dioses y reclaman la victoria para ellos mientras se preparan, quizás no sean tan distintos a nosotros…las voces y los ruidos de los golpes de los escudos con las armas son cada vez más y más ensordecedores, el corazón se acelera y parece querer salir del pecho, veo al enemigo cerca, incitándonos amenazantes, comienza la carrera veloz, hacía a ellos, y ellos hacía nosotros, comienza el fin…

José Manuel.



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