Anoche, mientras intentaba conciliar el sueño, después de un día agitador y de recibir mi enésima mala noticia, e intentar empezar a digerirla en solitario, a oscuras, sólo en mi cama, de repente, me sobresalté ante la súbita expansión de mi percepción de la vida y el tiempo.
De pronto fui consciente de lo confinada que había estado mi vida en los últimos años, de cómo había permitido que me arrinconara contra un muro, sin dejarme una vía libre para escapar. Como consecuencia de diferentes motivos, los cuales no quiero, ni debo mencionar. Mi vida se vio de repente condenada y obligada imperativamente a dar un giro total, un drástico cambio, sin previo aviso y por supuesto no deseado ni planificado. Uno de esos caprichos del destino.
Había pasado días y días sin fin, desplazándome por una senda muy estrecha que discurría desde mi casa, mi lugar de trabajo, y unos pocos cafés, algunos pocos amigos y por supuesto, algunos pocos familiares muy próximos, intentando poder mantener viva la idea de que nada había cambiado, y de que podría seguir haciendo una vida medianamente normal. Esa quise que fuera mi coraza, mi protección ante una situación adversa que creo que no merecía y ni mucho menos busqué. Esa fue la actitud a la que me vi obligado a aceptar. Hacerme casi inapreciable por los demás a hacerme más asocial, mucho más discreto, pero sin ruido, sin prisas, despacio, sin que nadie se enterase.
Muy rara vez, si es que lo hacía en alguna ocasión, me desviaba de mi rutina, no podía recordar la última vez que realmente había sido consciente de lo qué me rodeaba o la última vez que había mirado de verdad a la gente de mi alrededor, había estado perdido en mi propio y diminuto laberinto, lamentándome y maldiciéndome porque el destino me hubiera arrinconado sin piedad de esta manera, y fue creciendo en mí, la idea de que nunca podría recuperar esa vida que la mayoría de la gente y mayoría de las veces intentamos conseguir que sea plena y llena de felicidad, de esa felicidad que entendemos como algo fuera de lo común, algo grandioso, maravilloso, excepcional, irrepetible, que nos llene por completo nuestras inocuas vidas. Mientras, nos cegamos en perseguir a toda costa, esta idea falsa de felicidad.
No, no nos damos cuenta que lo verdaderamente excepcional, maravilloso, e incluso irrepetible es lo que tenemos a nuestro lado, eso que podemos tocar, acariciar, sentir y disfrutar.
Y entonces caí en la cuenta de lo sencilla y maravillosa que podía ser la vida, simplemente con pararnos un momento a observar lo que nos rodea, esas sencillas cosas que vivimos día a día y que no somos capaces de ver y apreciar, ese abrazo que te ofrece tu niña y también tu mujer cuando regresas a casa del trabajo, ese beso antes de dormir, esa caricia que se escapa por entre las sabanas y entre los sueños, ese pequeño tiempo compartido con los amigos apurando el último café y la compañía de la conversación amigable sobre cualquier tema o simplemente pararse y sentarse en la cuneta del camino para descansar y contemplar el rojo atardecer de un día de verano, dejando escapar libremente los pensamientos al viento.
A partir de ahora intentaré disfrutar de todas esas pequeñas cosas que me suceden a diario y que reportarán esa felicidad que tanto necesito en estos momentos inciertos de mi vida, para que me den toda la fuerza y todo el apoyo y el ánimo que necesito ahora más que nunca, para continuar hacia delante, y no perderme en buscar falsas e inalcanzables felicidades o realidades no hechas para mí, y simplemente centrarme en disfrutar de todo aquello que simplemente abarquen mis brazos, no sin antes pedir perdón, a aquellos que he podido hacer daño de una u otra manera por haberme encerrado en mi mismo, en mi interior, y no haberme dado cuenta antes de mi error.
Pero dejando a su vez claro que también todos necesitamos de un lugar para nosotros mismos, donde encontrarnos y poder ver y entender nuestros aciertos y nuestros fracasos.
Para Teresa.
José Manuel.
Nunca es tarde para reconocer los errores. Darse cuenta que te hay una persona que te quiere y que esta contigo ayundandote en todo lo que puede aunque algunas veces o bastantes veces no lo parezca.
ResponderEliminarGracias "espiritu libre", es cierto que a veces no sabemos ver el como y el cuanto nos apoyan las personas que nos quieren, porque es tan grande el dolor o el sufrimiento, que preferimos distanciarnos para que este sufrimiento o dolor no roce y ni se aproxime a estas personas que queremos, a veces, en mi caso, es mejor sufrir sólo y por dentro, y que los que esten a mi lado ni se den cuenta de mi dolor...
ResponderEliminarla felicidad siempre sorprende, y es que cuando ella llega nunca hubiesemos imaginado que todo sería mucho más fácil y que necesitaríamos mucho menos... (nos empeñamos en hacerlo todo tan difícil....)
ResponderEliminarla felicidad vive en nosotros pero casi nunca le hacemos caso.. susi muri
Tienes toda la razón Susi, siempre nos empeñamos en hacer que las cosas sean difíciles, cuando la mayoría de las veces es facilísimo y está al alcance de nuestras manos, y simplemente con un gesto, una mirada o una caricia es suficiente para provocar una sonrisa...
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