Salí de mi casa, salí de mi hogar, en busca de mi destino, a buscar mi vida, a realizar mis sueños, a encontrar a mi yo, pensé que era el día y la hora, tenía prisa, ya no podía esperar, ese era el momento, por fin había llegado, era ahora o nunca.
Salí con toda mi fuerza, con toda mi juventud, con pequeños sueños, pero con mis sueños, con la vida, con mi vida, a realizarme como persona, realizarme como yo.
No me faltaban las ilusiones y me sobraban las esperanzas, el entusiasmo, las ganas, las fuerzas, la pasión, la juventud, la inquietud, y el amor, ¿Qué más podía pedir? ¿Qué podía salir mal? ¿Qué podía fallar? Todo debía salir correctamente como lo había imaginado cientos de veces durante toda mi vida.
Pero pronto descubrí que el camino sería más largo, duro, solitario, hostil, amargo, y extraño de lo que yo hubiera podido llegar a imaginar nunca, pero no me temblaron las fuerzas, luché y luché todo lo que pude, estaban en juego mis sueños, mi yo, mi ego, y caí una y otra vez, pero una y otra vez me puse en pie. La vida me golpeó de lleno en plena cara, en mi alma ingenua, en lo más profundo de mi corazón. Pero seguí luchando y luchando, hasta que agoté toda mi Fe, todas mis esperanzas, todas mis fuerzas. Besé los labios de la decepción, abracé a la derrota, me perdí en mil noches de frustración, me caí en los brazos de la decepción, grité desesperadamente porque no había nadie a mi lado y esa soledad acabó por destruir, lo poco que ya quedaba de mí, de mi adolescencia, de mi ingenuidad, de mi confianza en el mundo.
Comprendí que no se puede volar sin alas, comprendí que me equivoqué, comprendí que era demasiado joven para tantos sueños, y desde luego comprendí que no estaba preparado para enfrentarme a la cruda realidad de la vida, estaba claro que había pecado de presunción.
Quise sentirme diferente y descubrí que solamente soy uno más.
Una vez derrotado y cansado, siento la necesidad de volver a casa, volver a mi hogar, volver al lugar donde pertenezco. Regreso a casa me lo reclama el corazón.
¡¡Decid a todo el mundo que vuelvo a casa!!
Vuelvo a casa con mi cuerpo cansado, mi piel llena de cicatrices, y mi alma hecha girones, sólo llevo conmigo un macuto donde guardo todos mis sueños hechos pedazos, junto con mis promesas incumplidas y mi esperanza perdida, no quiero olvidar tampoco todos mis errores (he de tenerlos presentes, para no volver a cometerlos, al menos los mismos no), y las muchas cicatrices que no se cierran y las lágrimas de impotencia, la mayoría de rabia, y alguna de felicidad, porque sé que aunque parece que derrotado, pero no vencido, vuelvo a casa, ¡¡sí, es cierto vuelvo a casa!! No, no miro hacia atrás, no echaré en falta aquello que dejo atrás.
Pude aguantar más y seguir luchando hasta el final, pero no quise una victoria pírrica, no quise quemar todas mis naves y preferí una retirada sin condiciones, claudicar para así al menos tener la oportunidad de volver a empezar.
Miro sólo hacia delante, y no cambio el rumbo, estoy seguro del camino que debo seguir para ir a mi casa. Se que en mi casa me esperan y que han perdonado mis errores, no habrá ningún reproche.
Otro día amanece, otra oportunidad nace, cada día que pasa me siento más cerca de mi hogar, espero que digáis a todos que ya estoy cerca de mi casa. El camino ha sido duro y extrema la experiencia, pero a veces es más difícil desandar lo andado ya, sobre todo si vuelves como vencido y no como vencedor, pero aunque una derrota sea amarga y difícil de asimilar o digerir, también debe de ser una experiencia y una motivación para hacerte más fuerte, para crecer, para ser tu mismo y mejor.
Vuelvo a casa con el dolor en mi corazón, y la tristeza como compañera, pero con la cabeza y la mirada bien alta, por lo menos tuve el coraje de intentar alcanzar mis sueños, de salir a buscarlos y de luchar por ellos y sabe Dios que llegué a tocarlos con las puntas de mis dedos, pero no fue suficiente. Ahora toca empezar una nueva vida, empezar a construir un nuevo hogar y de mis sueños rotos hacer crecer la semilla nueva porque siempre de los perdedores renace un ganador.
Ya llego a casa, ya veo mi hogar, ya veo el sitio donde descansar, para mañana volver a empezar.
José Manuel.
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