Horizonte,
siempre me gusta mirar al horizonte, bien sea sin un motivo, simplemente al
levantarte de la cama y mirar por la ventana, o al final de un largo día sentarme en el camino y contemplar el rojo horizonte, sin ninguna pretensión o bien en los momentos de máxima concentración.
Para mí el
horizonte es esa pequeña línea que se delimita delante de mis ojos, que se ve
lejos, muy lejos, pero que siempre crees poder tocar con los dedos, al sentirlo
muy cercano, pero que nunca puedes. Para mi el horizonte es el lugar donde deposito
todos mis sueños, todas mis metas, todos mis secretos, también todas mis
derrotas, y toda mi experiencia, la positiva junto a la negativa.
Si allí en ese
lugar aunque ni si quiera es un lugar concreto, tan solo esa fina línea lejana, que siempre esta allí donde mires, una brújula
nunca te demarcará su lugar y a la vez siempre te llevará allí. Creo que un día
sí llegaré allí y volveré a tener incluso los recuerdos de tiempos perdidos ya
en mi memoria, un día me sentaré encima de esa línea y podre tocar con mis
dedos mis sueños, mis esperanzas, mi vida, futura y pasada.
Por eso a veces
me gusta mirar hacia el horizonte, o debería decir mejor, mi horizonte, para
volver a recuperar las esperanzas de cumplir con todo aquello que allí tengo
depositado, y otras veces miro allí, simplemente para poder reflexionar, ver sobre mi pasado y que denota la
experiencia ya vivida de algún recuerdo que me aclare sobre cómo actuar en este
momento próximo e incierto.
Por eso me gusta
mirar el horizonte, y quedarme hipnotizado por él.
Aunque debo confesar que con el pasar de tiempo y de los años cada vez veo más difuminado este horizonte, esa línea divisoria. Puede que sean mis ojos que ya empiezan a desgastarse y no ven como cuando era más joven, o bien porque la experiencia me va convenciendo de que no se pueden conseguir los sueños, y que el pasado nunca fue ni mejor, ni peor, y el futuro es cada vez más incierto...
Aunque debo confesar que con el pasar de tiempo y de los años cada vez veo más difuminado este horizonte, esa línea divisoria. Puede que sean mis ojos que ya empiezan a desgastarse y no ven como cuando era más joven, o bien porque la experiencia me va convenciendo de que no se pueden conseguir los sueños, y que el pasado nunca fue ni mejor, ni peor, y el futuro es cada vez más incierto...
¡Ojala tu también
mires tu horizonte! Y si lo tienes no lo pierdas nunca.
José
Manuel.
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