A veces me siento lleno de rabia, por lo que veo, por lo que me rodea y vivo, porque creo que últimamente hasta ya me voy acostumbrando a ver tanta mierda, tanta violencia, tanto hambre, tanta injusticia, tanta mentira, tanta falsedad, tanta guerra inútil, en la que se llega a utilizar el hambre como arma, tanto desprecio por los demás, y no me gusta.
No, no me gusta nada y me colmo de rabia, una rabia que me pide a gritos salir como un vómito espontáneo e incontrolable.
Sé que si trato de controlar el vómito o suprimirlo será mucho peor. Debo permitir salir el vómito de mi cuerpo, de mi mente, para depurar mi estado se que cuando ya haya vomitado me encontraré mejor, libre de peso, más sano.
Había algo malo, indigesto en mi interior y mi cuerpo simplemente lo rechazó. No hay que forzar para que permanezca dentro, sólo se acumulará y será peligroso, mucho peor.
Pero no hace falta proyectarlo sobre alguien. No se lo echaré a nadie encima. No debo vomitar sobre otro. Cada uno tiene derecho a sentirse como quiera, a pensar como quiera, a aceptar lo que quiera y a vomitar o no.
Si mi rabia, necesita un vómito, me apartaré y vomitaré a solas, lejos de la gente, lejos de todos.
Vomitaré, pero mañana… ¿mañana será igual?
José Manuel.
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